El delegado de Medio Ambiente, Antonio Martínez Rodríguez, conocido familiarmente entre sus amigos y compañeros del Centro de de Menores Tierras de Oria como “El Ori”, ha presentado la pasada semana algunas de las actuaciones que para prevención de incendios desarrolla su departamento en la provincia. Hijo del finado Gregorio Martínez, un guarda forestal natural del Campillo, y de Carmen Rodriguez, una ama de casa purchenera, Antonio es el único descendiente de esta pareja a la que la vida le vino de frente en varias ocasiones. Encarna el vivo retrato de la superación. Nacido un día de San Miguel de 1980 en la Ciudad Sanitaria de la Paz, en Madrid, con poco más de un año Antonio llegó a Oria, en donde su padre, Gregorio el Forestal, fue destinado como guarda de ICONA y donde dio muestras de una profunda humanidad, de un trato afable y de un espíritu servicial. Frente al supermercado de Finita, en la Avenida de Andalucía, vivió la familia Martínez Rodríguez, una de las mejores etapas de su vida. Antonio, a quien los coleguillas le bautizaron como “El forestalillo”, desgranaba la vida con patadas al balón en el patio del colegio, en El Calvario, y pedaleaba con su primera bici los inciertos caminos del futuro. Un niño prudente y servicial que se entusiasmaba con los hermanos Diego y Pedro Torres, en los ensayos de su grupo “Pesadilla Electrónica”, en El Pósito, pero pronto tuvo que abandonar su sosegada vida orialeña por una nueva residencia: Purchena, y con ella llegó el instituto, en Olula del Río. Una etapa asestada por el zarpazo de un siniestro que dejó a su padre maltrecho durante casi una década, hasta su fallecimiento. Ahí estaba Antonio, atento y presto a seguir adelante, valiente y decidido junto a su madre. Tiempo de travesuras con las palomas y de aventuras en “El Palomar”, con los colegas El Mochi, el Lobito o Pablo el Gordo. Después, Granada y la licenciatura en Políticas; y un salto obligado al servicio público. En las Juventudes Socialistas y en el Ayuntamiento de Purchena. Y su trabajo de educador en el Centro de Reinserción de Menores de Oria. Y una opinión extendida y compartida: Antonio, “El Ori”, es ante todo una buena persona. Es el hijo de Gregorio el Forestal. Texto de José Luis Masegosa.