Miguel Martínez Torregrosa, hijo de Juan Martínez y María
Torregrosa nació un 13 de agosto de 1917 en el Barranco de Quíles (Oria). Era
el segundo de cuatro hermanos, y dadas las circunstancias económicas, tuvo que
empezar desde muy joven a colaborar en los trabajos de la casa, teniendo que
dejar a un lado las actividades educativas. Su desarrollo se vio truncado por
la Guerra Civil cuando fue llamado a filas en 1937. Estuvo como combatiente en
varias batallas como la del Ebro. De la guerra obtuvo un año en el exilio
en el sur de Francia y una mutilación en la mano. Su estancia como exiliado fue
breve, ya que al no tener víctimas en su haber, fue relativamente fácil el
regreso a su Barranco de Quíles donde empezaría de cero, dedicando parte
importante de su vida a ayudar a los demás. Serían las experiencias vividas en
la guerra junto con la educación recibida de sus padres los que harían de él
una persona "de ley" ávida de justicia. Al llegar del combate,
contrajo matrimonio con Juana y tuvieron sus cinco hijos. Comenzó a interesarse
por la sabiduría y decidió aprender a leer y a escribir, para lo cual eligió el
libro sobre plantas medicinales y aromáticas que marcarían su vida,
aprovechando el poco tiempo que le dejaba su oficio de albañil con largas
horas de lectura y enriquecedoras e interminables excursiones al campo en busca
de sus preciados remedios. Había nacido la leyenda de "El Tío
Caracoles". Miguel intentó desde siempre inculcar a su esposa Juana y a
sus hijos María, Juan, Ana, José y Juana sus profundas convicciones morales y
transmitir sus experiencias en las diferentes etapas de su vida. L fuente de
ingresos familiar era el trabajo en la construcción ya que su labor ayudando a
la gente a recuperar la salud se desarrolló de una forma totalmente altruista,
aunque ya era muy importante la cantidad de gente que venía desde todos los
puntos de la provincia, algunos haciendo un trayecto a lomos de sus bestias que
podía alargarse toda la noche para estar a buena hora en la casa de "El
Caracoles". Pronto su familia se dio cuenta que crecían al lado de alguien
especial. Miguel se ganó el respeto y la admiración de todos cuantos los
conocieron, vecinos, amigos y cualquier persona que se cruzara en su camino y
solicitara su ayuda. Hizo bandera con la forma humilde e incansable de
trabajar, dejando el interés económico en un segundo plano para dar total
protagonismo al factor humano, y fue capaz de dejar un gran legado ético a las
generaciones posteriores encarnando una serie de virtudes y cualidades que convierten
a la persona en mito. Así mismo también ha conseguido transmitir el amor por su
tierra, el Barranco de Quíles, convirtiéndolo en un pequeño paraíso natural
donde un simple paseo puede terminar en una experiencia fascinante y en cuyos
rincones la sabiduría de "El Tío Caracoles" aún flota en el ambiente.
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